El castillo de Heidelberg


Bonita ciudad Heidelberg. De las pocas que quedaron en pie tras el nazismo en la segunda guerra mundial. Ciudad histórica y universitaria. Con la Universidad más antigua de Alemania.
Aunque dedicaremos mas entradas a Heidelber, vaya como aperitivo todo lo relativo a su Castillo. El castillo esta parcialmente destruido, pero conserva su imponente fortaleza dominado Heidelberg desde el monte Königstuhl. 


Para llegar al Castillo se puede hacer andando en un corto paseo de unos 15 minutos o bien utilizar un funicular que esta incluido en el precio de la entrada.  Se tiene constancia de su existencia desde 1225, época en que los Condes Palatinos renanos eligieron Heildeberg como
ciudad residencial. A partir de ese momento, y hasta la Guerra de los Treinta Años (1618 – 1648), fue creciendo en reputación y sus ejemplares construcciones renacentistas lo convirtieron en uno de los palacios más importantes del Sacro Imperio Romano Germánico. Sin embargo, aquella
guerra y otras posteriores (como la Guerra de los Nueve Años) marcaron el inicio de una etapa en la que el castillo sufrió numerosos daños y diversas reconstrucciones. Curiosamente, fueron dos rayos los que, en 1764, terminaron por reducirlo a ruinas y condenarlo al abandono. 


Dentro de la visita básica, lo primero que encontramos es el estupendo patio, con las preciosas fachadas renacentistas de los edificios del complejo. Luego podemos optar por pasar a la terraza, quizá el plato fuerte de la visita por sus estupendas vistas sobre el casco antiguo y el valle del río
Neckar. Después de la terraza aún podemos ver algo impactante: la 
Großes Fass, una enorme barrica de vino con capacidad para 220.000 litros de líquido, lo que la convierte en el tonel de vino más grande del mundo.


Por último, podemos entrar en el pequeño, pero coqueto, Museo de Farmacia, que repasa la historia de la química y la farmacología con objetos de los últimos siglos. Y una vez terminada la
visita en el interior del castillo no hay que dejar de aprovechar para pasear por el jardín exterior (el Schlossgarten) y los alrededores del castillo para contemplar las ruinas del Edificio Inglés y la antigua Biblioteca. Lo que desgraciadamente no podréis visitar es el Hortus Palatinus, un enorme jardín barroco que en su época fue considerado como la Octava Maravilla del Mundo, pero que nunca llegó a ser terminado y que fue destruido durante la época de guerras. Luego podemos descender hacia el centro de esta ciudad para seguir viendo sus encantos.



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